Ciertos diccionarios definen a un tilingo como alguien que es “superficial, ridículo y tonto, y demuestra poca inteligencia al hablar”. La pandemia de Coronavirus que azota al mundo en estos días y sus consecuencias es un buen caldo de cultivo para la aparición de algunos personajes que dejan expuesto su ignorancia, irresponsabilidad y prejuicios.
El debate sobre el uso del transporte público es uno de ellos. Fomentar la idea que el “coronavirus” NO viaja en el transporte público tradicional es una afirmación contundente de determinados opinadores que reafirman su convicción diciendo que “sólo afecta a las personas que viajan al exterior” y se “propaga únicamente por medio del contacto con esas personas”.
Para demoler esa génesis de mito urbano una de las cuestiones que debe tenerse presente como marco regulatorio de convivencia es que la propia Constitución Nacional en su Art. 42 establece que “los consumidores y usuario de bienes y servicios tienen derecho, en la relación de consumo, a la protección de la salud...”, y en este sentido, los usuarios del transporte público tienen derecho a exigir la protección de su salud.
Esta cuestión puntual entonces puede abordarse desde el discurso vacío o ideológico, más cercano a la irresponsabilidad que a la prudencia, creyendo que así se minimiza los efectos de una pandemia o suponiendo que de esa manera se colabora en sostener determinados preceptos políticos. Intentar ocultar los efectos de esta tragedia y sus alcances construyendo falsa información sostenida detrás de estereotipos inútiles no solo es un acto estúpido sino también peligroso para la salud de la comunidad.
Afirmar que sólo se transmite por contacto con personas que estuvieron en países de riesgo y/o por viajar en avión es una torpeza, una afrenta al sentido común y a los ciudadano de a pié, a quienes además se los discrimina por su supuesta condición mas humilde. Estas también demuestran un claro desconocimiento de quienes usan estos medios de transporte, y lo digo como usuario casi diario de la línea de FFCC Gral. Roca, porque allí viajamos juntos obreros que luchan día tras días para llevar el pan a su hogar, docentes, estudiantes, enfermeros, abogados/as, empleados/as bancarios, puesteros, repartidores, médicos, arquitectos, un ex senador de la nación y hasta el ex vocero del presidente Alfonsín.
No entender, que todas esas personas, en su lugar de trabajo, pueden tener contacto con cualquier enfermedad, es parte de la ignorancia de aquellas personas que no entienden la gravedad de los hechos actuales. Porque la importancia del cuidado de la salud pública no se agota minimizando los problemas, porque después no podemos lamentar y llegaremos tarde, pareciera que si “minimizamos” los temas, logramos taparlos y desviamos la discusión, o hacemos del tema un campo más donde dejamos al desnudo los prejuicios.
La realidad del mundo nos indica que el “COVID-19” no distingue ricos y pobres, derecha o izquierda, no hay “política” posible en ésto, porque simplemente ataca al vulnerable en todo el amplio sentido de la palabra, y lo más grave es que si intentamos subestimar estas cuestiones detrás de relatos militantes o miradas falsoprogresistas, lo que puede suceder es que los eternos vulnerables, los que están fuera del sistema, para ser claro, los pobres reales, esos que son vulnerables desde siempre porque viven hacinados, sin agua corrientes o cloacas, queden una vez más expuestos al olvido, y sin herramientas concretas para enfrentar esta pandemia.
Es tiempo de ser responsables, estudiar, aprender y escuchar lo que se hace en el mundo, todo esto es nuevo desde el plano científico y operativo, nadie tiene información alguna, pero es claro que no es una lucha de clases, no es la derecha contra la izquierda, en esta cuestión no puede haber “grieta”, en esta temadebemos estar unidos y de esa manera lograremos hacer frente a esta grave situación de salubridad pública.
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