La libertad de expresión, es la libertad de las libertades, esta reviste gran importancia en el fortalecimiento de la democracia y la república, por ello, en estos momentos, donde los ánimos están crispados, que cualquier opinión o critica puede sonar como un ataque a la autoridad, es necesario reflexionar y tratar de saltar la grieta. John Stuart Mill decía “Negarse a oír una opinión, porque se está seguro de que es falsa, equivale a afirmar que la verdad que se posee es la verdad absoluta. Toda negativa a una discusión implica una presunción de infalibilidad” (Sobre la libertad).
La Constitución en su Art. 14 establece que todos los habitantes gozan de los siguientes derechos conforme las leyes que reglamenten su ejercicio, y entre ellas, la de publicar sus ideas sin censura previa; la Convención Americana de Derechos Humanos en su Art. 13 nos habla sobre la libertad de pensamiento y expresión; el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos en su Art. 18 reconoce la libertad de pensamiento, y en Art. 19 establece que nadie puede ser molestado a causa de sus opiniones, toda persona tiene derecho a la libertad de expresión; en definitiva ninguna autoridad puede limitar, censurar o silenciar la voz del que piensa distinto y esta debe ser la regla.
Para ilustrar esta cuestión, resulta esencial una somera lectura sobre lo expresado por la Corte Interamericana de Derechos Humanos en lo referente a esta libertad y especialmente sobre las cuestiones de interés público: “La libertad de expresión, (...) ‘es una piedra angular en la existencia misma de una sociedad democrática’. No sólo debe garantizarse en lo que respecta a la difusión de información o ideas que son recibidas favorablemente o consideradas como inofensivas o indiferentes, sino también en lo que toca a las que resultan ingratas para el Estado o cualquier sector de la población. Tales son las demandas del pluralismo, que implica tolerancia y espíritu de apertura, sin los cuales no existe una sociedad democrática” (Caso Ríos y otros vs. Venezuela).
La obligación del Estado, es la de dar suficientes garantías a la libertad de expresión, por cuanto la inexistencia de ella debilita nuestra democracia. De esta manera, el Estado debe minimizar al máximo todo tipo de restricciones a la información, debe frenar el ataque abierto hacia los comunicadores, por cuanto necesitamos de una prensa libre y sin restricciones, ya que de esta forma se enriquece y robustece el debate público, Eugenio Zaffaroni dijo que el Estado debe favorecer políticas competitivas y antimonopólicas que “preserven la diversidad y pluralidad de voces en salvaguardia de a libertad de expresión y del derecho de información” (Fallo Grupo Clarin S.A. c/ PEN y otros s/ acción declarativa).
En estos últimos tiempos, desde distintos sectores del poder buscan mediante el amedentramiento, amenazas, recomendar a no escuchar a uno u otro comunicador, mediante conceptos ambiguos, se busca la censura del que piensa distinto y, en estos tiempos debemos promover, el robustecimiento de la sociedad democratica, mediante la pluralidad de voces y el debate libre, en definitiva, la libertad de expresión es la piedra angular que sostiene el pesado edificio de la democracia.
En nuestra joven democracia, todavia discutimos, debatimos, etiquetamos, discriminamos, a partir de la palabra, por ello, se hace fundamental respetar los derechos, reconocer en el distinto las diferencias y buscar lugares comunes, debemos garantizar el libre y pleno ejercicio de las libertades a toda persona, sin discriminación alguna por motivos de raza; color, sexo, idioma, religión, opiniones políticas ó de cualquier otra índole, origen nacional o social, posición económica, nacimiento o cualquier otra condición social (Art. 1 CADH) y saber, como dijo el Juez Hugo Black “La prensa debe servir a los gobernados, no a los gobernantes”.
Comentarios
Publicar un comentario