El Art. 38 de la CN establece que los partidos políticos son instituciones fundamentales del sistema democrático, el constituyente en 1994 hizo funcionar la política arquitectónica en contraposición a la agonal, por cuanto esa reforma busco una planificación a largo plazo.
En la actualidad, mucho se habla de la desvirtuación y de la perdida de significado en la vida democrática de los partidos políticos, ya Raúl Alfonsín nos hablaba de esta cuestión, en su “democracia y consenso” nos planteaba que era casi indefectible enriquecer a los partidos e enriquecerles en el debate de ideas y proyecto, ya que caso contrario los mismos se transformarían en simples cáscaras vacías.
En la actualidad, los partidos caminan por la banquina, los ciudadanos hablan de “candidatos” y nada dicen sobre los partidos, los oficialismos llenan sus locales partidarios de empleados, y la oposición trata de enamorar a los románticos que buscan en sus locales partidarios recuerdos de otros mejores momentos.
Para esbozar una primera aproximación al tema referido en el título, siguiendo a Weber podemos decir que “la empresa política de los partidos es una empresa de grupos de interés”(1), en este orden de ideas Bidart Campos sostenía: “Es bueno que en la sociedad haya corporaciones. Pero no es bueno que haya corporativismo. Es bueno que haya partidos políticos. Pero no es bueno que haya clanes partidarios”(2), por lo tanto este caminar por la banquina, nos lleva a decir que los partidos no pueden en la actualidad expresar el interés común de la sociedad, y que en la mesa chica de los mismos, solo subsisten los intereses corporativos de los clanes partidarios.
Huelga decir que ese vacío, lleva a los mismos a no saber resolver la crisis en las que están imbuidos, la falta de renovación de sus cuadros dirigenciales, falta de vida interna, la resolución de forma judicial de sus conflictos, y la falta de un debate abierto de ideas y proyectos, hacen que en la actualidad, pasadas las recientes elecciones su falta de norte, lleven a desvirtuar cada turno electoral.
El reclamo del año 2001 es igual al del 2011: mayor apertura, participación, renovación y debate, aquí puede estar alguno de las razones por las cuales la sociedad mira hacia otro lado, nuestra democracia no es tan antigua como para pensar que la sociedad tiene apatía hacia los partidos. Veinticinco años de democracia, nos obligan a repensar el diseño de los partidos y como se pueden vivificar.
No podemos permitir que los partidos sean para unos pocos, como bien decía Weber cuando explicaba cómo eran las estructuras de los partidos en Inglaterra, de notables y aristócratas(3), estas instituciones fundamentales del sistema democrático deben producir un cambio a favor de la comunidad.
El profesor Midón observa que “Un lugar común es, desde hace tiempo, hablar de la crisis de la representación. Expresión ésa que en el mundo contemporáneo refiere al fenómeno político jurídico en virtud al cual quienes dicen representarnos no nos representan o nos representan poco”(4). De esta manera podemos aseverar que “Cuando un grupo de afiliados convierte al partido en un clan, y al pluralismo partidario en un corporativismo rígido, queda la sensación maligna de que se antepone el partidismo a la institucionalidad, la cofradía a la membrecía funcional de y en un órgano de poder. Si el descreimiento, la ausencia de credibilidad, y la falta de confianza en las dirigencias es, al día de hoy, un muy mal síntoma para la sociedad democrática”(5), y de estas palabras no podemos dejar de reseñar que el síntoma persiste y que las recientes elecciones profundizan la crisis de los partidos, y el compromiso debe ser de todos los actores sociales en recuperar a la política, y principalmente el resurgimiento de estas instituciones de la democracia.
Entendemos que los partidos políticos son instrumentos necesarios del estado constitucional de derecho, por medio de los cuales se deben formular las políticas públicas y establecer desde ellos una agenda de país, con reglas claras y madures política, la responsabilidad de las autoridades partidarias, de los afiliados deben vivificar a los mismos, y así generar condiciones claras para hacer cada vez mejor el funcionamiento del sistema republicano y federal establecido por nuestra carta fundamental.
(1) Conf. WEBER, Max, “Política y Ciencia”, Ed. Leviatán, Buenos Aires, 1987, p. 40.
(2) Conf. BIDART CAMPOS, Germán J., “El corporativismo de los clanes partidarios”, LL 2003-D, 1456.
(3) Ver WEBER, op. cit., p. 49.
(4) Conf. MIDON, Mario, “Los débitos de un Congreso ausente”, 19/10/2005, www.laleyonline.com.ar, 07/11/2005.
(5) Conf. BIDART CAMPOS, Germán J., op. cit.
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